martes, 17 de febrero de 2015

Undécimo relato. EL CRIMEN

Todo policía de homicidios tiene un caso que recuerda especialmente y el agente Méndez no es menos. Su caso fue el asesinato de un matrimonio que dejó a un huérfano con once años. Quince años después de cerrarlo, estas son las palabras que describen cómo lo vivió.
-Pese a ser una de las investigaciones más cortas de mi carrera, este caso fue el que más me ha impresionado nunca. Recuerdo que fui el primero en llegar a la escena del crimen, y lo que vi fue algo que jamás podré olvidar. Las dos víctimas habían sido asesinadas con una violencia impresionante, y junto a los cuerpos estaba su hijo, llorando y lleno de la sangre de sus padres. El niño los encontró por la mañana, así que no vio nada, ya que fueron asesinados de madrugada. En la escena del crimen encontramos unas huellas de zapato bastante particulares, y aunque fue la clave para cerrar el caso, no era suficiente, así que hablamos con los vecinos. Nadie vio ni oyó nada, y nadie parecía llevarse mal con las víctimas, así que no nos sirvió de mucho. A pesar de ello, decidimos investigarlos, e hicimos bien. Uno de ellos resultó ser un alcohólico con problemas mentales, así que le interrogamos. Según nos dijo, no recordaba nada de esa noche porque se emborrachó solo en su casa, por lo que no tenia coartada. Cuando registramos su casa, descubrimos unos zapatos con restos de sangre que coincidían con las huellas, así que ya le teníamos. Confesó rápido el crimen y pudimos cerrar el caso.
Lo que ni el agente Méndez ni nadie sabía, es que quien pagó ese crimen no fue el culpable, sino que se encontró los zapatos ensangrentados, que eran del padre del niño, en su patio y se los quedó creyendo que eran suyos, ya que su casa era un completo desorden y el alcohol le provocaba lagunas en la memoria, ni sabían que en el primer interrogatorio dijo la verdad y confesó creyendo que había sido el sin estar seguro. Pero sobretodo, lo que nadie sabía, sabe ni sabrá nunca, es que el hijo de las víctimas mató a sus padres, supo a qué patio debía tirar los zapatos para culpar al vecino adecuado y supo engañar a los policías, ni que la razón de ese crimen fue disfrutar con la muerte.

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